miércoles, 20 de octubre de 2010

Encuentros furtivos, por Fred Weasley.

 En clase de Herbología habíamos quedado en vernos en el bosque a medianoche, yo estaba allí ya pero ella no llegaba y me aburría.

 Llevaba un jean de esos que habíamos comprado con George en esas tiendas de marcas muggle con el primer dinero que habíamos juntado haciendo magia de la barata en plena plaza londinense, ¡Los muggles son fantásticos! ¡Se contentan con cada cosa!

 Volviendo a donde estábamos yo me aburría, el bosque estaba demasiado silencioso esa noche, los pajaritos cantaban y blablabla..  De repente se sintió un ruido de pasos y lo primero que pensé es que ella había llegado, Cauteloso, me escondí tras un árbol para sorprenderla. Más pasos, que quedé más quieto, duro como estatua.

 Aquellos encuentros furtivos a la luz de la luna que teníamos hacía un mes cada viernes eran geniales, ella me gustaba pero no podían vernos, mi reputación de bromista liberal estaba en juego, aunque no estábamos haciendo nada malo y no había compromiso en ello. ¿O si? Bueno, no vamos a pasar a ese tema, demasiado filosófico si se ponen a pensar.

 
Escuché mi nombre de sus labios a lo lejos, en alguna dirección que no pude llegar a descubrir. Salí de mi escondite y al sentirla cerca la abrace e intenté darle vueltas en el aire, a ella le gustaba eso, le recordaba cuando de niña paseaba en carrusel, no pude ni siquiera soportar su peso. Ella me lo había dicho, iría por el otro camino, yo se lo había enseñado. Los labios escondidos en una sucia barba me sonrieron por no carcajearse allí mismo, me aparto con mi mejor cara de póker.

 - ¿Como te encuentras Hagrid? - le pregunté como quien no quiere la cosa, miraba a ambos lados del linde del bosque, buscando el mejor camino para salir de allí lo más rápido que me dieran los pies. Debería haber llevado esas zapatillas con alas de Buckbeack por las dudas.

 Ese tono grave y bonachón me contestó mirandome con curiosidad.

 - Estoy bien George, a que se debe tanto cariño? No te salvaras del castigo.. - castigo había dicho? Já, cuando no me había salvado de uno de sus castigos había sido porque era agradable y prefería estar vigilando el tercer piso que en clases.

 Pero un click pareció sonar en mi mente y una sonrisa apareció en mi rostro, la sonrisa del sátiro, me había confundido con mi hermano y era una gran oportunidad que no se podía dejar pasar para la Gran Broma del Siglo.

 De un momento a otro pareciera que mis orejas al igual que mis mejillas fueran una extensión de mi cabello, rojo fuego. - No puedo decírtelo, me da vergüenza.. - contesté actuando con las manos enlazadas en mi espalda y mirando mis zapatos. ¿Estaba avergonzado?

 Hagrid me miraba esperando desembuchase.

  Lo miré pestañeando entupidamente cuando lo hice y suspiré resignado. ¿Resignado? - Está bien, te lo diré.. - murmuré acercándome los pasos que había retrocedido por la sorpresa. - Yo, George Weasley estoy locamente enamorado de ti Hagrid, y no me importa que seas mi profesor, no dejo de pensar en ti noche y día, cuando me meto en problemas y cuando no, te amo.. - solté sin dejarle tiempo en reaccionar que ya estaba besándolo como poseso. ¡Por Merlín, luego debería hacerme un lavaje de estómago!

 - Fred? - la voz otra vez en mis oídos, esta vez era ella, parada detrás de mío. ¡Oh mierda!


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